domingo, 10 de febrero de 2019

LA LEYENDA DEL OJO DE VENADO



LA LEYENDA DEL oJO DE VENADO

El ojo de venado no es una simple semilla dura color miel de abeja de campanilla, ovalada con una línea oscura que lo cruza por el medio; es más bien, una leyenda antigua, tanto que se remonta cuando estas tierras eran archipiélagos e islotes de volcanes bravos que tiraban cenizas y furia roja por sus bocas, y que poco a poco, le dieron formas onduladas y llanas a estos lares de la zona media de las Américas.

De norte a sur del continente se elevan imponentes las montañas al cielo con sus melenas serranas, bocas con humo azufroso, y sus ojos de agua, que miran cómo en el istmo central se estrechan las manos hermanas de basalto, jade y cristales de cuarzo.

Cuentan los cuenteros de antaño que un ducho guerrero habitaba en estas tierras jóvenes, aterrando a sus enemigos que eran todos los que se cruzaban por sus ojos cafés claros, que brillaban aun más cuando veían el fulgor de su obsidiana negra impulsarse antes de enterrarse en el pecho de sus víctimas, gustando de la última luz del iris del ofendido. En la medida que robaba vidas sus ojos se llenaban de poder y fuerza maligna; tanta llegó a tener que pudo con los años matar sólo con la mirada, haciéndose viejo y con el tiempo brujo también.

Más de ochocientos años llegó a vivir sin poder morir como castigo de los dioses por todas las almas en pena que dejó rondando, en las selvas y en los bosques, en los ríos, en los lagos, en las riberas y en las ensenadas también; donde arribaba el guerrero de roncos pasos como el retumbar de los volcanes.

Al final, hastiado de no vivir en paz y harto de tanto matar se fue andando solitario, al volcán más alto de todos, al más inhóspito, al más frío, el de boca ancha y humo azufroso perenne, allí se hizo ermitaño y anciano; pero los espíritus que había ultimado aún lo perseguían, así como su conciencia que no lo dejaba descansar, dormir, ni morir. Por eso gustaba de las zonas neblinosas donde la bruma fuese tan espesa para no ver ni de cerca ni de lejos a los espectros que lo atormentaban; a esa montaña nadie iba por temor a toparse con el brujo guerrero y sufrir la maldición de su mirada. Al pasar el tiempo a esa montaña se le llamó: cerro Abuelo o cerro Viejo; ahora es conocida como el volcán del bosque nebuloso de la madre de la Virgen María, el Volcán de Santa Ana.

Nadie supo cuándo murió, pero dicen los brujos de Guaymango, Jujutla, Juayúa y Nauizalco, que al final se encontró con su nahual en la montaña; un venado cola blanca elegante y hermoso de cuernos altos que lo embistió levantándole de una vez por todas la maldición de la inmortalidad.

Justo en ese lugar, en una ladera en lo alto de la montaña fue donde creció por primera vez la planta de semillas duras redondas color café, brotando de sus ramas y flores, ojos de venado, allí es un lugar brumoso y frío donde el vidente es ciego, y cuentan que es necesario para encontrar el sitio ver con el tercer ojo, y además, dice la leyenda que el que halle esta planta y la toque queda maldito viendo a los espíritus de la antigüedad y haciendo daño con la mirada.

También cuentan que de cuando en vez, baja al pueblo el brujo guerrero, siendo bueno siendo malo, con sus ojos nublados y apareciéndosele a los que viven en el calvario, dándoles ojos de venado para que protejan a sus niños, a sus amigos, a sus hermanos y a sí mismos, de la maldad que podría o no suceder en el alma de cada quien. 

Fragmento de la novela “Ojo de Venado”
ISBN: 978-99961-0-538-8


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lunes, 4 de febrero de 2019

Cuando la Madre Tierra habla

Cuando la Madre Tierra habla.

El Conacaste suspiró, luego un viento mago llevó una ráfaga recia de aire tibio con olor a quebrada de invierno y aroma a guachipilín, de repente la escena se iluminó con un haz de luz sublime, liviano, y de apoco el viento cesó, entonces el árbol habló:


––Sí, en efecto como tú decís mi pertinente alux, la Madre Señora, la dadora de vida y ama de las montañas, de los ríos, los océanos y del aire que respiramos, quiere hablar con estos lozanos  –los tres jóvenes que estaban frente al árbol, usando la recién inventada aplicación para hablar con las plantas, y continuó el conacaste–  y en verdad ella tiene algo que deciros; os repetiré a vuestras mercedes tal cual me lo está diciendo:

“Este artilugio técnico que esta muchachada ha ideado es genial y es digno de mi atención; sin embargo, no ha sido la única vez que hablo con la humanidad en forma directa, lo hice miles de veces a través de los chamanes, los monjes tibetanos y los marabús que moran en los troncos huecos de los baobabs del Sahel africano; he hablado a lo largo de la historia a través del ronco tambor de los volcanes, o del viento susurrando entre los bosques, o cuando la luna surca la noche y las hechiceras leen las runas, cuando la mar choca regia contra las rocas en marea alta y llena con su rocío salado el respirar de los abuelos, o cuando la madre ve por primera vez a su cría recién nacida y sonríe viendo sus ojos diminutos; en fin, en la mágica risa infinita de las almas enamoradas al fulgor de un primer beso. Yo, la Madre Tierra, la que los griegos llamaban Gea y los mayas “La Abuela”, os digo, a la gente que quiera oír, a las personas que quieran escuchar el ronroneo de la vida, el soplo divino de la existencia; os digo, que la eternidad y la prolongación de su especie puede ser infinita y tan longeva como ustedes quieran, y no al revés tan efímera y corta como en la actualidad enrumban sus destinos. Son la especie dominante porque así lo he querido, pero también porque así vuestra raza lucha para serlo. Por lo tanto, veo el amor la bondad y la misericordia de sus acciones, el respeto a sus muertos y ancestros; pero por desgracia en los últimos milenios, en especial en estos siglos anteriores han dejado de escuchar las voces de la sabiduría que siempre obedecieron, y que ahora no lo hacen por su forma moderna de llevar la vida, porque perdieron el sentido común y caminaron al sentido individual y egoísta. Sus tecnologías no son malas pero éstas no deben privar la armonía con la naturaleza, la tecnología no tiene porqué modificar sus valores espirituales ni su otrora conducta, esa que respetaban tal religión ancestral, a su Madre Tierra; pero en esta era la sed insaciable de riquezas los ha llevado a hacer mal uso de los elementos que para bien les doy, no usen el petróleo y el gas en forma indiscriminada e irresponsable, bien tienen otras formas de suplir sus necesidades energéticas las cuales no han querido usar, todo por mantener engordando su gula de riquezas desmedidas y las ínfulas de poder de unos a otras personas, creando desigualdad entre países, entre regiones, entre familias. Trumpiando cuando en verdad todas las personas son iguales, todos los pueblos son los mismos para mis ojos, no hay ninguno que sea “el elegido”, como suelen decir, toda la gente es hija de la Madre Tierra y del padre Corazón del Cielo.

Además quiero que cuiden a las plantas que son mi primera creación de vida, sin ella los animales y menos ustedes humanos no existiesen. Deben también cuidar el agua y dejar de ver al líquido vital como un producto más que puedan vender y comprar, el agua es el mejor de mis obsequios hacia ustedes, es un recurso, sí, pero más que eso es un elemento que da vida, y además es de toda la gente, por lo tanto castigaré a quienes intenten apresarla, a quienes le nieguen el trago de agua a sus semejantes y a las otras formas de vida, castigaré a quien hace de ella su usufructo, su riqueza desproporcionada, su asquerosa glotonería y leyes infames que limiten a cada persona el derecho a usarla.

Fragmento del cuento de ciencia ficción “El Alux”.
ISBN: 978-99961-2-073-2


NOTA DEL AUTOR: Tres jóvenes de un instituto de educación media (Florencia, Alberto y Lucio) desarrollan una aplicación que codifica los impulsos eléctricos de las plantas en lenguaje humano.

El Alux es un duende de la mitología maya quien protege en forma sutil a nuestros protagonistas, dandoles elementos para que tomen decisiones;  acciones que desembocan en un gran movimiento social que transforma el mundo y lleva a la humanidad a nuevos escenarios de bienestar.

A lo largo de esta historia los jóvenes hablan con los árboles más antiguos del  planeta, quienes tienen una conexión directa con la Madre Tierra; a través de ese vínculo ella da un mensaje de renovación a los desgastados valores humanos, los que conducen al mundo a un borde peligroso de extinción por el mal uso de los elementos vitales.

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